Estaba intentando escribir sobre la Navidad cuando he topado con una entrada de un blog magnífico "Mensaje en una Botella". Su última entrada habla de ese otro lado. De la multitud de gente que en una época de vilancicos, publicidad, compras, cenas y bebida hasta abotargar los sentidos y los sentimientos está impregnada de forma crónica de serena tristeza. Jesús de forma magistral describe este estado que se acrecienta como fruto del contraste con un periodo en el que la felicidad se idolatra hasta la hipérbole. Os dejo el enlace al artículo y comentamos si os apetece, en un intento de reflejo de "esa otra relidad".
Reivindicación de la tristeza
Esa otra realidad no es más que un blog donde plasmar todas esas ideas, sensaciones, pensamientos que ciertas escenas, situaciones, personas...nos hacen sentir
martes, 28 de diciembre de 2010
sábado, 18 de diciembre de 2010
miradas vacías
Estamos acostumbrados a verlos, pero pocas veces los miramos. Son visibles para nuestros ojos pero invisibles para nuestra conciencia o nuestro corazón. Hoy también estaban ahí, los he visto y me han hecho sentir mal, aunque ellos se sientan infinitamente peor.
Él estaba en la puerta del supermercado sin decir palabra. En mitad de la nada, aterido de frío en la gélida noche esperaba a que alguien le diera la moneda que suelta el carro cuando se vacía de la compra, casi siempre consumista en exceso. Dentro las estanterías llenas de dulces navideños, juguetes, luces de colores..., fuera la soledad, el viento y el intenso frío que apenas podía tapar con un gorro. Y ninguna mirada.
Yo acababa de comprar un par de botellas de buen vino para la cena de navidad y creo que eso fue lo que más removió mi conciencia. De pronto me acordé de una señora mayor que una noche estaba sentada en la puerta de un mercado pijo del centro de Madrid, invisible para los que tapeaban dentro hasta que unos chicos se le acercaron para preguntarle si quería algo de comer.
Miles y miles de ojos pasan por delante de cientos de personas que esperan en las esquinas sin llegar a mirarlos, a veces viéndolos nada más.
Quizás él esté mañana en el aparcamiento del supermercado esperando de nuevo, si el frío o la lluvia y el cansancio le dejan fuerzas.
Quizás él vea y sienta lo que nosotros no somos capaces de ver ni sentir.
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